
Desde el viernes 17 por la noche, cuando su nombre apareció en un comunicado oficial junto al cargo de ministro de Educación, el celular de Jaime Perczyk no deja de sonar. “A la noche me tomo el tiempo de responder unos 80 mensajes, pero a la mañana siguiente ya tengo entre 500 y 600″, dice en su nuevo despacho en el Palacio Sarmiento.
Perczyk reemplazó a Nicolás Trotta al frente de una cartera que se volvió especialmente sensible durante la pandemia, pero conoce bien sus pasillos: fue viceministro de Alberto Sileoni durante el gobierno de Cristina Kirchner y hasta hace unos días se desempeñaba como secretario de Políticas Universitarias.
“Mi obsesión es garantizar la presencialidad plena. Me encomendaron esa tarea”, expresó Perczyk.
En línea con el cambio de nombres en el gabinete, el nuevo ministro de Educación también renovó todo el gabinete de su cartera. La pedagoga Silvina Gvirtz, de extensa trayectoria académica y de gestión pública, asumió como secretaria de Educación, que en los hechos es una suerte de “vice”. Oscar Alpa, rector de la Universidad Nacional de La Pampa, tomó el lugar de Perczyk como secretario de Políticas Universitarias y la ex diputada Andrea García hizo lo propio en Cooperación y Acciones prioritarias.
-¿Cree que el cierre de escuelas incidió en la derrota electoral?
-Todo es consecuencia del resultado electoral. Hay un malestar del pueblo argentino. Nosotros respetamos al soberano y el soberano habló claramente. Eso implica para un gobierno acciones de reparación de daños, de normalidad en la vida social y escolar. La Nación tiene que ser la jurisdicción número 25. Todo lo que pasa en educación obligatoria está dentro de nuestra órbita, siempre en articulación con las provincias.
-Mencionó la necesidad de recuperar a los alumnos que abandonaron la escuela. ¿Ya se sabe cuántos son?
-La cifra no es clara porque cuando hablo de los que se fueron tomo los que efectivamente abandonaron y los que tienen una vinculación intermitente. Toda la sociedad argentina debería ver que no podemos tener a los chicos fuera de las escuelas. Es la política pública más importante que tiene el país desde hace muchos años para los niños. La recuperación de la normalidad escolar es también la recuperación de la normalidad social para un pueblo que ha sufrido tanto.
-¿Cómo se los trae de vuelta? Se anunció un fondo de 5 mil millones de pesos. ¿Para qué se va a utilizar?
-Para tutorías, para golpearles la puerta, para clases de apoyo, clases los sábados, escuelas de verano. Hay chicos que se van a poder ir de vacaciones y otros que no van a poder. Lo mejor para ellos es que estén en la escuela.
-Mencionó también un impacto a mediano y largo plazo en los aprendizajes. ¿Cuánto tiempo va a llevar recuperar esos contenidos si es que es posible recuperarlos?
-Tenemos que construir una respuesta más sofisticada en la pospandemia. Una respuesta que indique qué va a pasar el primer año, cómo revinculamos a los chicos con la rutina escolar, con los temas y contenidos, con el juego, con el placer por la lectura, con la rigurosidad del pensamiento lógico matemática. Ese trabajo va a llevar no menos de 3 años.
-¿3 años para poner a tiro de vuelta a los chicos con los saberes? Porque al mismo tiempo hay que dar los nuevos contenidos…
-Al mismo tiempo. Tenemos la obligación de ir construyendo el barco mientras navegamos. Es una figura usada pero atinada para este momento. El impacto ha sido en todo el mundo. Y cuando digo el mundo no quiero relativizar lo que pasó en Argentina. Nosotros tenemos responsabilidad sobre lo nuestro.
-¿En qué aspectos diría que hoy es urgente mejorar?
-En nivel inicial hay un objetivo clarísimo, que diría que es el más importante en términos de justicia social: la universalización de la sala de 3.
-¿Eso implica que se vuelva obligatoria la asistencia o considera que no hace falta?
-Lo que tiene ser obligatorio es la oferta. Tiene que haber establecimientos para que todos los chicos puedan ir a sala de 3.
-En teoría, es lo que hace años debería pasar.
-Por eso. Falta que pase en la práctica. Hay que construir jardines, construir salas, formar maestras y generar conciencia de que la escuela empieza a los 3. En primaria venimos de hace años en un camino de mejora en repitencia, en sobreedad. A partir de la pandemia, habrá que discutir si no es necesario armar un bloque pedagógico en todo el primer ciclo (primer, segundo y tercer grado). También tiene que haber una lengua extranjera cada día en las escuelas.
-¿La pandemia se soluciona sumando tiempo de clase?
-La idea es más días y más horas de clases.
-Extender el calendario escolar…
-Con más horas y más días, y una propuesta enriquecida. Con las propuestas que tengamos porque acá entra el federalismo. No me quiero ir por las ramas, pero aprender es un trabajo que uno hace sobre uno mismo. No hay otra manera. Los maestros son los que ayudan a que ese trabajo sea más fácil. Sin dudas que se necesita tiempo para aprender. Está demostrado.
-En cuanto a la calidad, ¿se desvalorizó el título en estos dos años? Teniendo en cuenta que las universidades en 2020 estaban preparadas solo para dar clases presenciales y tuvieron que hacer una migración forzosa.
-No, no perdió calidad porque la exigencia de los profesores, las cursadas, los exámenes se garantizaron. Acá no hubo aprobación masiva. Se sostuvo la exigencia.
-Sí se perdió una parte de la vida universitaria que creo que también hace a la calidad.
-Hay una parte de la vida universitaria que la perdimos, sí. El debate, la vida social, la extensión, el encuentro, la militancia. Eso se perdió y hay que recuperarlo. Por eso somos tan “empujadores” de garantizar la presencialidad.
Al margen de la coyuntura pandémica, Perczyk se refirió al salario docente, dio su mirada sobre la evaluación tanto a alumnos como a maestros y dijo que los educadores se deben “autolimitar” cuando se discuten temas políticos en el aula. Además, opinó sobre la brecha entre las carreras que eligen los jóvenes argentinos y las profesiones que en realidad necesita el país para desarrollarse./INFOBAE