Alberto Fernández tomó tres decisiones terminantes pocas horas después de la dura derrota electoral del último domingo y las ejecutó en 48 horas. La primera fue sostener la misma conformación del Gabinete que tenía hasta ahora. No habrá cambios pese a las presiones del kirchnerismo. Nadie se va y nadie llega. Al menos por ahora. La decisión parece estar firme.

La segunda decisión de Fernández fue hablar a través de los gestos. El lunes, en la presentación de un proyecto para apoyar el crecimiento de empresas de origen nacional en sectores estratégicos de la economía, el Jefe de Estado se mostró al lado del ministro de Producción, Matías Kulfas, y sentó en primera fila, uno al lado del otro, al Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y al ministro de Economía, Martín Guzmán.
Finalmente, la tercer decisión del primer mandatario fue estructurar una nueva campaña electoral para llevar adelante durante los próximos dos meses. Una de las modificaciones respecto a la campaña previo a las PASO será reducir los actos políticos para hablarle a la política y multiplicar el cara a cara con la gente. En la calle, en los barrios, en las escuelas, en los comedores.

La intención es que el Presidente se muestre más cerca de la gente. No solo es una necesitad para reconstruir la confianza con el electorado, sino que también forma parte de un nuevo tiempo de pospandemia. En el oficialismo advierten que la campaña con restricciones fue extremadamente rara e impidió empatizar con las personas.

En esta nueva etapa también se buscará profundizar la división de los discursos de acuerdo a los sectores de la sociedad en los que cada líder del Frente de Todos tenga más empatía. “En algo tenemos que aprovechar las diferencias que tenemos en la coalición”, explicaron en el gobierno nacional. Si bien la estrategia se aplicó antes de las PASO, a partir de ahora se duplicará el esfuerzo./INFOBAE